A medida que cambiaban las estaciones de 2020, nuestro floreciente viñedo se cultivó con una dedicación incansable. La tarea de eliminar las malas hierbas de nuestra tierra, es decir, sacar a estos huéspedes no invitados de nuestra tierra, se transformó en un ciclo de renovación, ya que las malas hierbas arrancadas volvieron a la tierra, donde se pudrieron y enriquecieron la tierra. Este ciclo de manejo cuidadoso y respeto por los procesos naturales literalmente dio sus frutos, ya que observamos el fuerte crecimiento de las viñas jóvenes. En otoño, el paisaje del viñedo se embellecía aún más con la majestuosa presencia de dos grandes olivos, lo que amplió la diversidad y la belleza del viñedo y aumentó su encanto y biodiversidad. Estos árboles no solo agregaron atractivo visual, sino que también promovieron la armonía ecológica y subrayaron nuestro compromiso con las prácticas sostenibles en los viñedos.